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7ª Asamblea Mundial de la CME Discurso del Presidente de la CME Refat Sabbah

Sra. Angie Motshekga, Ministra de Educación Básica de Sudáfrica.

Dr Blade Nzimande, Sudáfrica, Ministro de Enseñanza Superior.

Dr. Leonardo Garnier, Asesor Especial del Secretario General para la Transformación de la Educación Cumbre.

Sra. Diana Ayala, Activista Juvenil y Estudiantil de la CME.

Estimados compañeros y amigos:

Permítanme comenzar agradeciéndoles a cada uno de ustedes, a sus organizaciones, redes y coaliciones, su asistencia a nuestra 7ª Asamblea Mundial, que después de muchos años celebramos por fin hoy en Johannesburgo, sede del Secretariado de la CME.

También me gustaría agradecer los mensajes de solidaridad que hemos recibido de Amina Mohammed, Vicesecretaria General de la ONU, Yasmine Sherif, Directora de la ECW, Rob Jerkins, Director de Educación y Desarrollo del Adolescente de UNICEF, Stephania Giannini, Subdirectora General de Educación de la UNESCO y Charles North, Director Ejecutivo Interino de la Alianza Mundial por la Educación - AME.

Aquí, en Sudáfrica, está la historia de la lucha contra el racismo, la desigualdad, la discriminación y la exclusión. Existe la voz de la libertad y la esperanza.

Aquí recordamos a quienes murieron para proteger la dignidad de su pueblo. Aquellos que nos enseñaron a defender una causa mayor. Pongámonos en pie por quienes dan sentido a nuestra reunión de hoy. Recordemos a los héroes: Nelson Mandela, Oliver Tambo, Albert Luthuli, Sefako Makgatho, Yusus Dadoo, Steve Biko y muchos otros. Recordemos a las heroínas: Winnie Madikezela Mandela (Madre de la Nación), Charlotte Maxeke, Dora Tamane, Ray Alexander, Albertina Sisulu, y muchas más. Estamos agradecidos y orgullosos de vosotros.

La pandemia de la COVID-19 ha afectado a millones de familias y a cientos de activistas de derechos humanos. La CME es el mayor movimiento de la sociedad civil que trabaja por el derecho a la educación en el mundo y también nos hemos visto afectados por la crisis sanitaria.  Sin embargo, a pesar de la catástrofe que han vivido nuestras comunidades y nuestras organizaciones, ¡seguimos aquí, con entusiasmo y alegría! Seguimos en pie, luchando por la justicia y la igualdad, convencidos de que hemos salido fortalecidos e iluminados por la solidaridad de nuestros pueblos.

Quiero rendir homenaje en este momento a los cientos de profesores, estudiantes y activistas, y a sus familias, que ya no están con nosotros debido a la COVID-19. Su legado sigue vivo entre nosotros y alimenta la convicción de convertir las escuelas en espacios seguros donde los niños y los jóvenes siempre jueguen y aprendan.

Después de 23 años, sabemos que la CME siempre ha prevalecido en los momentos de mayor adversidad, porque nuestro trabajo se inspira en la lucha de los marginados, los desposeídos, los que sufren la violencia y la discriminación. Hemos tendido puentes con las piedras arrojadas a nuestros camaradas y respondemos a los discursos de odio y a la intolerancia con las razones esgrimidas por las mujeres y los jóvenes, las personas con discapacidad y los niños.

La diversidad es la bandera que ondea en nuestro cielo y que nos convierte en una fuerza incontenible, guiada por la convicción de que nadie puede quedarse atrás y de que la justicia y la democracia sólo pueden forjarse con una verdadera inclusión en todos los ámbitos de la vida.

El cumplimiento del derecho humano a la educación requiere múltiples esfuerzos de todos los sectores de la sociedad, pero especialmente implica el cumplimiento de obligaciones específicas de los gobiernos y de la comunidad internacional.

La lucha por la educación no se limita a garantizar su disponibilidad y acceso universal, porque el contenido de la educación, su gobernanza y administración, y los retos de la enseñanza y el aprendizaje son partes consustanciales de este derecho humano habilitante.

Estas obligaciones estatales deben estar interconectadas y tratar de derribar las barreras impuestas por la discriminación, la colonización y la injusticia, según el derecho internacional de los derechos humanos y la Agenda Educación 2030.

Por ello, la financiación de la educación debe estar motivada por la construcción de sistemas educativos orientados a la promoción de los derechos humanos como forma de vida. Esto sólo puede suceder si los líderes políticos apoyan el nuevo pacto mundial para la financiación de la educación, basado en los pilares fundamentales de la justicia fiscal, la eliminación de la deuda predatoria y el aumento progresivo, previsible e innovador de la financiación nacional.

No hay que olvidar el vacío histórico que pesa sobre la educación de la primera infancia y la educación de adultos, a las que no sólo se les ha negado financiación, sino que también se les ha privado de las infraestructuras y las condiciones de formación del profesorado necesarias para su funcionamiento.

Si las políticas regresivas del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial no se adaptan a estas exigencias, los avances serán mucho más lentos y dolorosos, por lo que debemos insistir en que las vías hacia el desarrollo deben construirse desde la perspectiva de los derechos humanos y que el aprendizaje a lo largo de toda la vida es un derecho fundamental que debe garantizarse.

La educación sigue sin recibir los recursos necesarios y los marcos basados en el mercado perpetúan las desigualdades educativas. Este paradigma simplista y reduccionista de costes y beneficios es el que fomenta la privatización de la educación y es el mismo que apunta a la profundización del endeudamiento de los países en respuesta a la escasa inversión nacional.

La economización del debate educativo es una medida política e ideológica cuyo objetivo es desplazar los fines de la educación, tal y como establece el derecho internacional de los derechos humanos, vinculante para los gobiernos, pero refractario para los bancos de desarrollo.

Por desgracia, la mayoría de los gobiernos no han realizado las inversiones necesarias en los sistemas educativos ni han proporcionado el apoyo que los docentes necesitan desesperadamente para desempeñar sus funciones y disfrutar de un nivel de vida digno.  La CME considera que la escasez de docentes afecta a todo el planeta porque la construcción de una ciudadanía global basada en el respeto y en la promoción de los derechos humanos sólo puede lograrse superando todas las formas de exclusión y marginación.

Este debilitamiento tiene un efecto dramático en todos los procesos educativos, pero sobre todo revela que más que una crisis de aprendizaje, el mundo se enfrenta a una crisis de desigualdad y violencia, que intervienen tanto en las esferas domésticas como en las situaciones de emergencia, que desgraciadamente se han agravado.

Así, por ejemplo, el reciente informe Education Under Attack (La Educación Bajo Ataque) afirma que en 2020 y 2021 se produjeron más de 5.000 ataques contra la educación e incidentes de uso militar contra escuelas y universidades, que perjudicaron a más de 9.000 estudiantes y educadores en al menos 85 países.

Los conflictos, la ocupación y las emergencias relacionadas con el cambio climático están dejando a millones de desplazados internos, refugiados y solicitantes de asilo sin la oportunidad de disfrutar de su derecho a la educación, que asciende a más de 70 millones de desplazados internos, refugiados y solicitantes de asilo.

Esta crisis de desigualdad y violencia debe llevarnos a transformar la educación, según la iniciativa promovida por el Secretario General de la ONU y su notable y respetado Enviado Especial, que hoy nos acompaña.

El concepto de educación transformadora se refiere principalmente a la noción emancipadora del cambio. Concebida como catalizador del cambio, la educación pretende cuestionar las estructuras sociales injustas y promueve el conocimiento como vía para ampliar las libertades individuales y colectivas, las oportunidades de disfrutar de sus derechos humanos y contribuir a una sociedad democrática y más justa.

No creemos que transformar la educación consista en hacer más ricas y eficientes a las empresas, cuya primera función educativa debería ser pagar los impuestos para financiar sistemas educativos públicos, gratuitos, inclusivos y de calidad.

La transformación más urgente de la educación debe dirigirse a reforzar su potencial democratizador, su capacidad para ofrecer enfoques holísticos y su flexibilidad para responder a la diversidad de los alumnos (con o sin discapacidad), e incluir a todos en entornos en los que se valore a las personas por lo que son y no por lo que tienen.

Situar a los niños, los jóvenes y los estudiantes en el centro de la acción educativa es un gran reto. Sin embargo, asistimos a tendencias alarmantes de creciente restricción y criminalización de la expresión estudiantil en todos los países y regiones. Estas actitudes autoritarias son inaceptables y, más aún, contradictorias con los propósitos que inspiraron la Cumbre de Transformar la Educación y el marco internacional de derechos humanos en general.

No se necesitan fondos especiales para respetar la dignidad de las personas, sea cual sea su edad, sexo, pertenencia étnica, discapacidad o extracción social, pero urge cambiar las mentalidades patriarcales, colonizadoras y explotadoras de nuestras sociedades y, sobre todo, de las instituciones y organizaciones internacionales que trabajan fuera del marco de los derechos humanos.

Somos conscientes de que el espacio histórico que se había reservado a la sociedad civil se reduce cada día. Los puestos que un día estaban destinados a nuestros movimientos, hoy se disputan y a menudo se reservan a representantes de grandes corporaciones.

Este paradigma privatizador es un claro ejemplo de las decisiones equivocadas que se han tomado en los espacios de gobernanza internacional, pero también es un reto al que estamos dispuestos a responder.

El liderazgo indiscutible de la Campaña Mundial por la Educación debería propiciar los cambios necesarios para adoptar urgentemente marcos educativos inclusivos y transformadores en materia de género. Todos ustedes son agentes clave en esta lucha. Todos ustedes son indispensables. Como hemos mencionado antes, se notan aires de cambio que soplan con gran fuerza, y la Campaña Mundial por la Educación señalará el rumbo estratégico a seguir para navegar hacia un mundo de solidaridad, justicia, prosperidad y paz.

Muchas Gracias

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La Campaña Mundial por la Educación (CME) es un movimiento de la sociedad civil cuyo objetivo es acabar con la exclusión en la educación. La educación es un derecho humano básico, y nuestra misión es asegurarnos de que los gobiernos actúen ahora para hacer realidad el derecho de todos a una educación pública, gratuita y de calidad.